miércoles, 31 de diciembre de 2014

Todas las cosas... no están

REQUISITO PARA LEER: Mírala... espera, no estoy seguro. Mi lado bueno intenta decirme que no sea malvado con este título, pero mi lado de 24 años me exige que sí, que Márgenes tiene otras pelis mejores. Jaja... es broma. Si puedes, mira este filme y saca tus conclusiones, lector. Qué sé yo, tal vez te gusta y te animes a hacer una segunda parte.


     Bueno, acá hay dos aristas. En primera, la directora se mata y remata por mostrarnos su ruta personal para seguir la huella de Harold E. Edgerton, ingeniero electrónico y creador del destello (flash) de las cámaras. Se explica un poco de esto último, de manera resumida, y queda bien. En segundo lugar, a modo de enseñanza, se recrean estancias interiores de lo que imagino sería la idea de la directora, llamémosle por su nombre, Teresa, de ese encanto que esconde Edgerton, que ella anhela conocer. La película es rara, con un mensaje o regularmente construido o tan complejo que mi mente no alcanzó a descifrar. Y con todo el cariño que le tengo a este festival, debo que esta vez si hubo un yerro en lo que se podía abarcar. Teresa Solar Abboud consiguió momentos esbeltos, encaminados eh, pero con el final terminó ella solita por descarrilarse (o, lo que también puede ser, no estoy en capacidad todavía de entender sus mensajes).


Me quedé fascinada.

     ¿Saben? El llamado hipster usa y abusa de cosas anticuadas, ¿no? Pues existe no sólo en la moda, sino también en los contenidos. Algo como lo que maldijo el personaje de Jorge Pellegrini en El mismo amor, la misma lluvia (1999) al ver su cuento tan esmerado convertido en un cortometraje, sobre el cual dice «un turro hizo la iluminación, y un borracho hijo de puta la cámara». Y queda mejor que bien lo que el director de ese truño alega «el arte no lo podés explicar, lo entendés, bien; no lo entendés, bien; te gusta, bien; no te gusta, bien; lo sentís, bien; y no lo sentís, bien; se terminó el debate». Ahí tienen lo que ocurre cuando... ¿cómo es? Mucho abarca el que poco aprieta. Exacto. Y esta tía, Teresa (porque es española eh), patinó en lo que podía haber sido un filme experimental alturado y complejo. Porque es complejo eh, pero tanto que vuela más allá del ritmo y el hilo conductual.



Un viaje sin destino ni final

     Esta película de 40 minutos se puede comprender si es que mol-deas tu óptica a la de la directora, Teresa, que asumo yo intentó jugar con el mundo imaginario mezclado con el real, y trataba de forzar lo que tenía a la mano para desen-trañar al señor Edgerton. Ella busca los sitios en los que este señor trabajó, y por mera admiración los visita y para ello recorre kilómetros en un vehículo. Este viaje se sujeta fantasmas obsesivos que Teresa conforma para su deleite, y entre logro y logro, ella nos muestra que se funde en reflexiones mientras nada en una piscina de tonalidades verdes. El problema es que no hay logros, ella misma nos cuenta con su voz narradora que al inventor le apasionaban los murciélagos, y de ahí pasamos a las bombas nucleares y luego a los colibrís. No hay un sendero esclarecido, pero sin embargo ella sigue viajando. En su expresión se ve que es de espíritu sensible. Y llega a entenderse lo que nos ofrece, lo repito, pero reconstruyendo parte de lo visto. En teoría, esto puede responder a un tipo de cine más interactivo, que exige no sólo sentir imágenes al azar, sino ordenarlas, una primera y otra después. Sin embargo, el cine que ella intenta brindarnos va un nivel más allá de esto último, debido a lo que ordenamos no son fragmentos de historia, sino la historia dentro de cada uno de esos fragmentos. Es como un cubo de Rubik: mueves algo y armas el color amarillo, pero te das cuenta que tienes otros cinco colores en la lista de espera. Teresa Solar confía en que podamos imaginar lo que ella ha imaginado. Y es lo que hago acá. Lo que escribo ahora es porque ya le di forma a todo su metraje y le he dado, por lo tanto, un sentido lógico; que, la peli más chiflada o tirada de los pelis, por el sólo hecho de ser gestada por un humano, lo posee.

     No tengo mucho que agregar. Falla en su narración, que intenta sonar intelectual al mezclar planos de pausa, que pudieron quedar mejor, por último, si ella 




Las abluciones del ahogado
     Este punto tiene que ver con el género documental en sí. Es coger un caso de la realidad y llevarlo a pantalla con nuestro mayor talento posible, intercalando recursos y valoraciones personales del universo que exhibimos.




acoso??
egomania... por 1era vez veo que la directoria o lo que sea... se deja verhj
parece la travesura de una niña que sale, graba, expiermenta y vuelve a cassa a nadar

Encapsular la fijación, transmitirla y volverla a ver.
Cómo contemplar lo que ya no existe si no es a través de nuestra propia mano.


Calificación
     Bien, toca elegir una cifra para que colme las complacencias que me brindado Teresa con estos 40 minutos paridos de su cabecita.... jaja, ya, mucha joda. Lo de siempre, esto pudo estar mejor trabajado, que lo complicado de entender no tiene por qué ser malo (miren Primer [2004]). La nota para esto es:

12.5

     No sé que tan justo sea, pero es mi humilde punto de vista. Y sí, humilde es, sino pues estaría soltando el hígado como los jubilados de Vaya Semanita, sentenciando a Teresa con frases brillantes como «¿a esto llamas tú película? Pero si esto es una chapuza; aficionaa, que eres una aficionaa».

Obsesión distorsionada

     El camino que debía haberse trazado con diafanidad, Teresa lo sobrescribe abruptamente, y genera así senderos borrosos que se mezclan en un final que deja sabor agridulce, y por ende, condena al fracaso el experimento de su filme. El misterio y la relación soterrada en películas de este tipo, se vuelven el motor más prominente de aciertos en la conducción de una historia fílmica. Hay en el hecho de mostrarse a sí mismo actitudes demiurgas, no solo narcisismo, sino excusa para el relleno (hacer hora, vamos). Esto resta contenido y genera un espacio negativo en el producto audiovisual. Pueden mencionar a Bowling for Columbine (2002) como muestra de que el realizador sale en su obra, pero en ese caso queda bien: la temática, médula total en estos casos, dispensa licencias más que extendidas para esta posibilidad. Y cuadra bien. Acá no. Esto no es un documental narrativo total y comercial (díganme si la seguridad en EE.UU. no es un barril sin fondo... Moore lo notó). Es un documental pero que busca experimentar, probar, tal como hacían en esa zona protegida de Nevada con las bombas. No se puede prescindir del fundamento de nuestro cerebro: este ve el todo y no las partes, interpreta y decodifica el todo. Se siente, ojo, que ha intentado dotar de momentos aparentemente neutrales e inofensivos a su diegesis, y encima lo maquilla con la narración (como quien narra un reportaje) descriptiva que, aunque nos deje datos curiosos de animales, atenta contra la globalidad del filme. La imagen de abajo es la prueba... estas cosas no aterrizan bien en la Luna; Selene es para lunáticos, pues de ellos es el reino de la creatividad. Pero totales, no híbridos, ni bastardos, como en este caso.



Ficha técnica:
  • DIRECCIÓN: Teresa Solar Abboud.
  • GUIÓN: Teresa Solar Abboud.
  • FOTOGRAFÍA: Carlos Fernández Pello.
  • EDICIÓN: Carlos Fernández Pello y Teresa Solar Abboud.
  • SONIDO: Laro Basterrechea.
  • MÚSICA: Lucas Bolaño.
  • INTERVIENEN: Adam Barwick, Sergio Reques, Sarah Quist, Javier Fernández Pello, Carlos Herranz, Richard Collins Moore.
  • TÍTULO ORIGINAL:  All the things that are not there.
  • LANZAMIENTO: 2014.
  • PAÍS: España.
  • LENGUAJE: Inglés (Subtítulos en español).
  • GÉNERO: Documental, experimental.
  • DURACIÓN: 41 minutos y 33 segundos.
  • ARGUMENTO: Un día, una joven decide buscar los lugares en los que el creador del flash moderno, Harold Eugene Edgerton, dejó legado los frutos de su trabajo. A través de un periplo extenso, llega al Nevada Test Site, una reserva desértica del gobierno que durante los años 50 fue utilizada como emplazamiento para pruebas nucleares. En él, y mediante constantes narraciones en off, la mujer nos comenta la relación del también creador de las cámaras fotográficas a altas presiones con las actividades militares que ahí tenían sitio. A su manera, ella recrea junto a unos compañeros el bamboleo dantesco que sufría el terreno en cada detonación. Asimismo, en otra línea, se nos expone una figuración concreta de dos hechos: el hundimiento del submarino Alvin y la presentación del reputado ingeniero en su primer día de labores en la instalación gubernamental. De manera alternante, vemos momentos en los que ella nada con parsimonia, al parecer gestando o meditando sobre las motivaciones de su obsesión.


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