viernes, 27 de enero de 2012

«Melancholia», según Lars Von Trier

Melancolía...  Ese sentimiento de sobrecogimiento sobre lo ya vivido, que nos trae a la mente una y otra vez esa sensación de disconformidad con nosotros, que nos impide vivir sin angustia, con libertad plena. Básicamente, tan tortuoso como suena, la última película de Lars Von Trier intenta (y lo consigue) mostrar el ritmo y la evolución de este sentir tan profundo como la existencia misma, describe desde la perspectiva humana el absurdo y la insuficiencia que nos ofrecen nuestros sentidos (las costumbres, las formalidades, las reglas o normas, lo correcto e incorrecto, a lo que debemos temer y a lo que no). Sumado a esto la técnica lenta y detallista del lente de Von Trier, y también al brillante desempeño de Kirsten Dunst (totalmente deslumbrante en este papel) y Charlotte Gainsbourg (personificación de la esperanza miserable, a la cual nos aferramos en última instancia todos los humanos), nos vemos inmersos en una realidad donde no hay políticos, ni guerras ni armas nucleares, tampoco héroes o posibles salvadores, ni redentores que serenen la angustia por sabernos blancos perfectos para un destino aciago, inexorable por donde se le mire. Es en este sentido que «Melancolía» ahonda más en la visión intimista de la muerte cercana y como la encararía un ser humano en sus dos facetas más resaltantes: en el ámbito del Eros (vida) y el del Tánatos (muerte), aspectos indesligables intrínsecos a la naturaleza humana.